largas palabras de largar
bailarina
La danza del olvido se baila con los pies cuarteados
Con tacones invisibles
y los cabellos re/cor/ta/dos con tijeras envenenadas
Se baila a solas perdida en la locura
y en la sin-razón de los de- se-os
Con los ojos cerrados
y el corazón sangrante en las manos torcidas
Se baila sin paréntesis ni pausas
Se baila mientras se puede
Antes del anocher que vomita recuerdos
en su oscuridad maldita
llena de suspiros
y resentimientos
Se baila (dentro) de los zapatos
que se niegan a partir a un n-u-e-v-o viaje
La diosa rota
Volaron las palabras enloquecidas / y yo me quedo muda / con las alas colgadas en el ropero...
Tú...vacío...siniestro / asesino de sueños /ahora no eres más que una fotografía ajada y rota /nebuloso en el recuerdo...
Quizá nunca tuviste voz / quizá fui yo la que en mi infinita imaginación / con mi don de creadora del universo / te arranqué de mi costilla / moldeé con barro tu pubis / te dibujé una sonrisa / y te ordené amarme sólo a mí /de adorarme al borde de la locura y la insensatez / como la única diosa del universo / sin saber que llegaría el momento fatal / en que comieras del fruto prohibido / y me negaras infinitas veces...
penitentes
naufragio
Me encuentro flotando en medio del océano
sostenida en una balsa rústica y astillada
Me llegan mensajes indescriptibles en viejas botellas
Estoy aprendiendo el idioma de los peces
Por las noches
cuando cierro los ojos
y la niebla me hace imperceptible en el ancho mar
oigo el llanto de sirenas prisioneras
enredadas entre algas rencorosas
Cuando llegue a tierra
seré una náufraga de largas barbas blancas
sin más lenguaje que el de los peces
sin más recuerdo que el llanto de las sirenas
sin más color que el que imprime el sol en mis pieles
sin más historias que los rugidos embravecidos de las olas
que planearon mi secuestro
Todo habrá valido la pena…
El rugido y el silencio
El rapto y la niebla
El sol y las algas
El mar creciendo por las lágrimas de las sirenas
Todo habrá valido la pena
si al final del naufragio
en aquella orilla
termino tocando tu mano
y continuamos juntos el camino
a esa isla desconocida
Con barbas blancas y pieles doradas
lejanas
ablución
La mujer se sentó a morir
Extendió su mirada a lo largo del mar
dejó que las gotas que traía el viento
hicieran el lavatorio final...
cubrió su nuca con los velos
suspiró profundo
el alma se le salió por los poros
los ojos
la nariz
y los oídos...
Y en cada pedacito de alma se le iban los sustos
(los que la Retama y el agua florida no pudieron exorcizar)
el odio que le tenia al viejo Raúl
el que la miraba con sucio deseo
el daño que le hizo la bruja Carmela
el miedo
y los locos...
Después se levantó
bebió las gotas saladas que se le habían impregnado en los labios...
/fin del ritual/
se sacudió la tierra seca
y se fue.
todo pasó en una taza de café
Después de desayunar la muñeca sin cabeza
reposó en la taza de café
el azúcar no disuelto se pego en sus cabellos
quiso llorar pero se desanimo
pensó que seria mejor no pensar y
se entretuvo con el olor de la canela que venia desde fuera
entonces recordó que no debía recordar y se levantó
se sacudió el azúcar de los cabellos
sorbió la última gota de café que le había quedado
en el ombligo
recogió la mesa y recomenzó el día
con un sorbo de café en una taza de recuerdo...
memorias de una pequeña mujer sentada en su butaca
Ahí estaba sentadita en su butaca, pequeñita...
Tenía las mejillas rosaditas y engreídas
Ahí estaba, sentadita en su butaca
Sintiendo el tiempo muerto entre sus dedos
Admirando el reloj dormido
Suspirando por no saber quien era
Ahí estaba sentadita en su butaca
Viendo pasar los lirios presurosos por alcanzar la primavera.
Ahí estaba sentadita en su butaca, pequeñita y sonrojada cuando de repente paso el conejo alborotado, despeinado, desesperado... y entonces... su tranquilidad y su butaca se alteraron… ¡la reina me va a cortar la cabeza!
Y la pequeña mujercita desdoblando sus piernitas corrió embestida por una insaciable curiosidad….
Luego fue gigante
Luego fue enana
Luego fue monstruo
Luego fue zapato
Luego volvió a despertar
¡Que estruendo!
¡Que delirio!
¡Que sopor!
Y ahora ahí esta la mujercita sentadita en su butaca
Pequeñita y sonrojada
De espaldas al reloj
Sin memoria
Con la única canción
Que dejo el conejo en su desesperada desaparición...
¡Muerte o locura!
Michelle y los unicornios
el lobo y la luna
la niña y la mosca
funeral en el jardín
burros y unicornios
la muerte de la mariposa
Ella está aprendiendo a escribir, despacio, lento traza su nombre. Su rostro de gran dulzura revela su entusiasmo, sus cabellos blanquisimos brillan. En su cuaderno cuadriculado de hojas amarillas sus vocales alcanzan la altura de esos pequeños cajoncitos. Su mano acostumbrada a otras labores durante años se entrega cumplidora al lápiz y a los giros de las letras. Tiene la edad a la que posiblemente no llegaré.
¡Pobre niña huérfana! dicen las mujeres de los vestidos negros en la plaza, cuando me ven llegar atada a tu mano y a tu comparsa invisible.
He aprendido a enredarme en tus polleras y a oír contigo la música que nadie quiere oír. Aquella música que resuma por los poros de tu piel, la que recorre tus venas, la que no te abandona.
He aprendido a sentir bajo la planta de mis pies el cosquilleo del movimiento, tratando de llegar junto a ti al momento preciso del repique de los tambores y llevar el pulso de tu zapateo.
Entonces te pierdo y desapareces en la plaza vacía como un cometa abandonado en el cielo. Ya no puedo seguir tus pasos y sólo oigo risas y palabras lastimeras, las que me transportan al día, en que dicen comenzó tu trance infinito, tu danza maldita.
Mirando brincar tus pies cuarteados pienso en el día que sucesora de tu delirio vista polleras coloridas y sombrero raído. El día que embriagada con tu danza, heredera de tu soledad y el cuarto vacío, dance también para espantar la muerte y el miedo, la soledad, el abandono y la injusticia del olvido.
Si finalmente me acurrucaste en tu lecho para continuar con la labor de tu designio, no debo soltar tu mano y continuar con el pulso de tu danza.
Vamos a casa abuela que hay que hervir la leche y amasar los panes, ya las mujeres de vestidos negros guardan sus bultos y sus palabras. Se van como cada día sin saber que eres su protectora, sin saber que tus pies y tu danza alejan el miedo de sus polleras y de sus hijos.
Afuera llueve
no para de llover
y yo aquí peleándome con las palabras
buscando historias
recordando rostros
Al otro lado la guerra
la muerte
el odio
el llanto
No para la lluvia
ni paran los llantos
Divagan las palabras
con historias monstruo
con sueños partidos
Afuera llueve
no para de llover