burros y unicornios


Acarició el lomo del pequeño animal. Hundió suavemente la yema del índice en el cuerno puntiagudo y cuando la mujer despeinada le preguntó: ¿Qué hace tu burro? Ella, joven noble sin malicia, se quedó paralizada. El mundo se cubrió con su silencio, confuso e incómodo. Luego, mientras se llevaba el dedo con una gota de sangre a los labios, se oyó una débil voz redentora que venía del pequeño animal: "Los burros han dejado olvidados los cuernos debajo de sus camas y lucen sus orejas libres al viento, te divierten. Nosotros sólo podemos salvarte de la muerte, pequeña ingenua". Después calló y no se volvió a oir más al unicornio.

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